La libertad, hoy en día, está sobrevalorada. Simplemente tenemos que admitir que la libertad es imposible. Más que imposible, es irreal. Solo es posible en tus sueños, el unico lugar donde todo es posible, todo puede pasar.

Sin saber que escoger. Nada o todo. O nada o menos, según como se mire. Una opción es arriesgarlo todo, ganar o perder, y sin que dependa de mí. La otra opción es resignarse sin luchar, sabiendo que si se perdiera algo, se perdería todo. O arriesgarse o conformarse. Y es que en este caso, se perdería demasiado, y el error no serviría para aprender, sería la nada.

Esos días en los que sonríes sin saber el porqué, pero tampoco te importa saberlo. Tienes ganas de reír y de decirle al mundo soy feliz, gritarlo tan alto que lo escuchen todos. Sin tener una razón concreta, no ha pasado nada en tu día extraordinario, nada demasiado fuera de lo normal, pero tú sonríes, haciendo que tu mundo sonría contigo. Y no tiene que ser un día blanco impecable, cualquier día gris vale para sonreír, simplemente hay que hacerlo, y es un don que pocas personas tienen. No todo el mundo puede dejar todas las penas y malos recuerdos reposando sobre la mesita de café. Pues no es guardarlos en un cajón cerrado y echando la llave a un montón de problemas sin resolver. Es exponerlos en un momento de tranquilidad para afrontarlos sentado en un sofá, y sonreír. Sobre todo sonreír.