PARA-PARA-PARADISE

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domingo, 27 de febrero de 2011

The story of us.

Perdí a mi mejor amigo cuando cortó con su primera novia. No lo perdí porque dejamos de ser amigos, sino porque cambió. Supongo que creció, pero no de una forma que a mí me agradase. El día de mi cumpleaños seguía siendo él, un triste él, pero ... él. El que decía que me merecía lo mejor, que quería hacer mi cumpleaños el mejor día de mi vida. Ese día las cosas salieron bastante mal por accidentes leves que no vienen al caso. Recuerdo aquellos momentos como si fueran la semana pasada. Cómo le pregunté si habían terminado y me había dicho que sí pero que no le importaba, lo cual me extrañó. Recuerdo la siguiente vez que lo vi, que lo noté tan cambiado que me asustó: corrí a preguntarle a otro gran amigo qué le pasaba, porqué estaba así, sí estaba enfadado... Recuerdo lo triste que me sentí al ver que supuestamente no era nada fuera de lo normal. A partir de entonces, siguió todo así, con discusiones, con sentido de añoranza, de lo bonito que era antes... Ahora mismo, todo está peor, el afirma que yo también cambié. Me siento mal, mal por que se calla, no expresa, y eso hace que yo me calle mucho más por miedo a no herirle más. Me callo todo, todo, por nuestra amistad. Intenté, intenté... Intenté ser lo mejor persona, lo mejor amiga que pude ser. Me interesé por cosas que no me gustaban, por su nueva novia, por sus nuevas amigas, por todo aquello por lo que olvida a sus, creo yo, verdaderos amigos. Lo hice por él, por nosotros. Por que es la persona que más quiero en mi vida, es la pieza central del puzzle. Por el miedo que tengo a que decida irse, a que diga que me vaya. Tengo tanto, tanto miedo de todo. De perderlo. De vagabundear de una parte a otra sin nadie que me cuide como solía hacerlo, como ya no hace. Le dije que lo echaba de menos y me devuelve que yo tampoco soy la misma. La diferencia es que, aparentemente, parece importarle mucho menos. Mucho, mucho menos. Y a mí me hace más daño saber que no soy ni la primera, ni la segunda, ni la tercera, ni la décima, de esa cola interminable. Dice que le conozco más que nadie, tal vez no tanto, pero así. Pues ayer, anteayer, no lo reconocía. No parecía mi mejor amigo, mi mitad, mi yo. Si solo dijese: me importas, te quiero, todo va a estar bien... Todo estaría bien.

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