No saber qué decir. Son momentos extraños difíciles de explicar, qué no es que no sepas qué decir sino que tienes miedo a decirlo, eso que tienes escondido o que no das ni siquiera sacado a la luz. Pues ahora, con un foco encima, te digo que te quiero. Eso siempre y siempre lo primero. Te digo que no estoy feliz, pero la felicidad es tan relativa que mismamente mañana puede cambiar. Que te echo de menos y que estoy triste cuando pienso en ti por lo que podía ser y no será, por todo. Por que sé lo que pasa de verdad y no me dices, veo el mundo mejor (o peor) de lo que crees. No soy víctima, no, para nada. Hoy soy fuerte, sonrío, menos que ayer pero menos también que mañana. Y aquí, en mi pequeño pedacito de mundo donde grito, salto y lloro, te digo que estaré bien, pero que siempre nos queda un poquito del color verde que llevamos en el corazón, porque al fin, eso es lo último que se pierde.