Cierra los ojos e imagínate el mar azul. El cielo pálido, sin una sola nube que lo manche. El sol en una esquina, intentando quemar tu piel. El sonido de las olas, volviendo una, y otra, y otra vez. El murmullo de la gente se apaga al no prestar atención, no resulta ni siquiera molesto. Una canción apenas audible acompasa la marea, y lleva perfecto el compás. No desentona en una sola nota con una sonrisa.
Y así, sin mirar nada has visto una foto de un perfecto día de playa.
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