Hay que tener mucho talento para, sin palabras, poder expresarse. La música ayuda, está claro, pero la expresión, los gestos, la mirada... Todo hace que el personaje sienta y transmita. La clave de la actuación es eso.
Una película mezcla elementos románticos que se introducen de forma sutil, con una clave dramática que atrapa al protagonista y con algún momento de humor que hace el drama más ligero.
El escenario y la ambientación, impecables a mi gusto. El perro, el toque necesario para convertirla en una gran obra audiovisual. La mezcla de recursos del cine clásico mudo junto con toques que casi podríamos calificar de modernos hacen una composición que es altamente recomendable y que posiblemente llegue a convertirse en poco menos que un 'clásico'.
Por lo tanto, recomiendo ver The Artist.